Empezar nuestra trayectoria laboral es un punto crucial en nuestras vidas, no necesariamente porque sea trascendental y una prioridad para nosotros o el proyecto de vida que tengamos en mente, sino por el tiempo que tendremos que invertir o pasar en el trabajo (ya sea que nosotros lo decidamos o no). Este será muy considerable para las cosas que queremos/podemos hacer de ahí en más. Hay que tomar en cuenta tanto los traslados como la jornada laboral, pero hasta las más cortas 6-8 horas, es tiempo en el que no se pueden realizar otras actividades. Reconocer y saber el tiempo con el que contamos, te quita varias decepciones en el futuro, ayuda a programar mejor tus horarios y valorar más el tiempo libre.
Es obvio que las condiciones por las que cada quién entra a trabajar son diversas, ya sea que uno haya querido independizarse o las necesidades lo orillen a buscar solvento económico. Esto influye mucho en el cómo será la primera experiencia laboral, sin dejar de lado que es diferente cuando uno labora en una empresa o negocio externo, a cuando es un negocio familiar. En ese punto, (si sus familiares son justos) uno pasa a ser un empleado más, entonces hay que trabajar a la par, pero en otros casos los favoritismos son muy evidentes.
Las actividades que nos asignen dependiendo del cargo y lugar de trabajo varían mucho, pero son responsabilidades que asumiremos y por las cuales nadie más dará la cara, es aquí cuando uno es consciente de que en el trabajo se está por su cuenta. Esto no significa que tengamos que ser egoístas o malos compañeros de trabajo, al contrario, todos estamos en la misma condición, ser solidarios con el prójimo es lo mejor que podemos hacer por el otro y por nosotros mismos. Cualquier persona necesita ayuda de los demás para cumplir ciertas tareas, sin embargo, no debemos necesitarlos en todo momento. Lo que quiero dar a entender es que el ambiente de trabajo se construye desde la individualidad ¿Cuántas veces existe conflicto por la actitud de las personas? Demasiadas para contarlas; la opción más viable es intentar hacer tu trabajo lo mejor posible, ayudar si alguien más lo pide y evitar roces por pequeñeces.
El ambiente laboral no recae solamente en los compañeros de trabajo, muchas veces los encargados o llamados “jefes” son quienes terminan generando más conflicto entre las personas; ya sea por las exigencias para con el personal o su forma de manejar las diversas problemáticas que surgen. Hay que reconocer que, en la jerarquía laboral, ser el gerente o encargado no es una posición fácil, aunque en verdad ninguna lo es -si se emplea bien el cargo-. Los abusos de poder y negligencias que existen por parte de estas figuras de autoridad llegan a ser demasiadas y ninguna de estas tiene porque ser soportada, respaldada o solapada; hay organismos -tanto gubernamentales como ciudadanos- dedicados a hacer valer los derechos del trabajador, derechos que tienen que ser respetados.
Ser totalizador es un absurdo, por eso decir que todos los trabajos son malos o mal pagados sería un vil falacia, lo que sí es cierto es que toda empresa -local, negocio, etc.- tiene sus claroscuros. Esos pequeños bemoles que pueden ser razón suficiente (según la persona) para considerar ciertas profesiones, puestos y/o trabajos como malos. Por eso hay que reconocer lo bueno de empezar a trabajar; uno aprende a ser más responsable y consiente del dinero -en mayor o menor medida-, porque al final de cuentas te cuesta, te cuesta tiempo y energía. Tener la posibilidad económica de solventarse por sí mismo es grato, en mi experiencia algunas cosas adquieren más valor, gestos como comprarse algo que uno desea con su dinero es gratificante, y ni siquiera tienen que ser cosas con un alto costo. Nada es miel sobre hojuelas, pero tener un objetivo claro de porque hacemos las cosas es de mucha utilidad cuando las cosas van mal, cuando el trabajo asfixiante o insoportable; es cuestión de cada quien encontrar esa razón para pararte otro día de la cama e ir a trabajar.
NI QUE FUERA POLÍTICA 