De Madero intervenido a Mulan cancelada.

Ilustración por: L.R.

El mundo constantemente cambia; las relaciones voluntarias e involuntarias entre nosotros cada vez se vuelven más complejas y con ello, las maneras en que nos concebimos también van mutando. El resultado de todo esto termina plasmado en nuestra producción y las diferentes maneras, muy nuestras, de concebir y hacer a la cultura.  

Muchos son los temas que nos preocupan actualmente, junto con otros tantos que olvidamos, y entre que el mundo estalla en revolución y entre que nos destruimos, la lucha en pro de los derechos humanos es uno de los reclamos más revisados de este siglo. Muchas de las interminables marchas y protestas no terminan pues las violaciones de estos, que no deberían ser privilegios, siguen sucediendo.

A pesar del meritómetro y el excesivo individualismo con el que comulgamos al capitalismo, se ha tenido el sentido generoso suficiente para salir y clamar por un mundo mejor para todos. 

Esta producción social de activismo en pro de los otros, como fuera de esperarse, se ha manifestado en símbolos propios de esta lucha, encerrando dentro de simples objetos todo el significado de protesta. 

Este texto lo escribo, para tratar de ver con ojos de historia aquello que aún es presente, quiero poner en frente el poder oculto que tenemos en dos cosas que aparentan no tener nada que ver entre sí; un retrato de Madero, intervenido por un infante, y Mulán, la nueva producción de Disney. 

A priori pareciera ser que en nada se parecen;

La primera, toma la imagen de Madero, figura histórica mexicana a quien el presidente actual tiene como estandarte de gobierno (en serio, el tipo gastó impuestos para ponerlo en tooooodos lados), dejando de ser la figura monográfica que es Madero para convertirse en símbolo del cambio triste y falso del nuevo sexenio. La protesta se hace notar en el momento en que las activistas que tomaron la CNDH en México intervinieron el retrato, ridiculizando así la posición banal e inútil que tienen las instituciones al momento de hacer su trabajo. Dejó de ser solo un cuadro, se volvió parte de todo el movimiento. 

La segunda, la película entera de Mulán, deja de ser el innecesario remake de la película animada para convertirse en símbolo de opresión cuando la actriz protagonista Liu Yifei mencionó estar de parte de Pekín y la represión policial frente a los ciudadanos hongkoneses, que marcharon protestando en contra de la ley que los castiga con 3 años de prisión por protestar. El #Boycotmulan parece ser una de las únicas maneras que tienen los hongkoneses para denunciar su inconformidad por el reciente arresto de Agnes Chow, activista en pro de la democracia. El hecho de no ver una película, es parte de todo el movimiento. 

Los objetos con ideas depositadas, no son sólo objetos, son tan fuertes como tu o como yo, son tan poderosos y significativos como todos nosotros juntos, pero, para la revolución, aún no es suficiente. 

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