DISTANCIAS ACTUALES

Ilustración: Lorena Segundo

por Virgilio Espinomata (*)

De por sí ya vivíamos en tiempos en que todo era distante. De seguir así con la sana distancia terminaremos de nuevo con nuestros conocidos en la terapia: encuentro cercano del tercer tipo.


Pero no, ahora resulta que pues debemos alejarnos más. Hasta nos han dicho cuánta distancia debemos tener. Casi dos metros.


Los tiempos aquellos de nuestra infancia en que nos enseñaron a guardar distancia en una fila antes de entrar al salón de clase han resultado proféticos. En aquel entonces el miedo era que se le pegaran a uno los piojos, pero ahora la cosa es más invisible, por eso da más miedo, porque no se ve.


Obvio, hay cosas que no se ven pero igual producen confianza, pero un maldito bicho invisible no es cosa buena.


Entiendo que debemos guardar distancia, pero me pregunto hasta cuándo podremos regresar de nuevo a la cercanía. De hecho, otra pregunta necesaria de estos tiempos es si tendremos derecho a no querer trabajar de manera presencial por miedo al contagio. ¿Cuál será la nueva ley que proteja al paranoico?


Si de por sí hay gente que no quiere ir a trabajar por miedo al trabajo, ya me imagino a los que van a inventar que ahora no irán porque tienen miedo al contagio. Igual los que no queremos ir a la escuela, ya no será el “amanecí con dolor de panza” sino “tengo miedo a un covid-compañero”.


Espero que no lleguemos al punto en que se pueda identificar a un covid-transmisor con un chip integrado; los paranoicos lo verían como algo provechoso pero también se volvería a poner de moda la discriminación. Si de por sí, influencers influyen (sí, también hay influencers que no influyen pa nada já!) en muchas personas que desprecian a los de piel morena ¿se imaginan a los que podríamos discriminar por ver en su frente un foquito rojo como potencial covid-transmisor y que está a punto de subirse al camión urbano que está lleno como lata de sardinas a las 7 de la tarde?


La neta, la cosa no es tan simple.


Los que vamos a confesarnos ya cuando traemos el disco duro rebosante de pecados, a ver, imaginen ¿cómo se implementaría un método donde no contaminemos al sacerdote que hace su trabajo? ¿Te das cuenta?


Todo lo táctil, lo digital, lo que se manipula con las manos y los dedos o más específico, con las yemas de los dedos, terminará por ser motivo de aplicación de nuevas tecnologías, por lo cual, no solo las manos sino los dedos se van a atrofiar. Tarde o temprano perderemos la motora-fina, y eso no está padre.


Nos harán reclamos en la intimidad, si de por sí.


Otra cosa que nos van a querer imponer, es a hablar de ladito, entonces habrá personas que tomarán a mal que no les hables de frente, te dirán que eres cobarde y eso desatará pasiones, igual vas a ver. Hay que pensar en eso también. El asunto no es para menos.

Lo que sí, es que – no sé si para bien o para mal- el perreo ya no será como antes. Será un perreo muy distante, y pues eso tarde o temprano influirá en nuevas modalidades de destrampe a la hora de bailar y estoy seguro que varios(as) van a protestar. Si antes nos decían que la distancia era como el olvido, ahora es al revés, la distancia es el recordatorio de tu supervivencia.


Luego hay gente que le huele la boca, lo padre de esto de poner distancia es que ahora no hay problema si le dice uno al cajero del banco o al que te cobra en La Mega o en la taquilla del cine que te tienes que retirar porque pues andas de cuidadoso etc. Al rato ni Clorets vamos a necesitar, esto es una ventaja si lo consideras desde su lado positivo.


De por sí ya vivíamos en tiempos en que algunos no quieren salir de sus casas porque en lugar de jugar futbolito ahora juegan FIFA 2018, ahora los papás o mamás no sabrán cómo sacarlos de la casa. Tarde o temprano, ya no serán los padres los que no aguanten a sus hijos en casa, sino estos a sus padres, entonces les darán una lana para que se vayan al cine, a pasear a dar la vuelta por ahí, a comprarse un esquite ahí en el centro todas las tardes.


La cosa se está poniendo difícil, y no es para menos. Tan distante somos ahora que cuando sales de tu casa y vas a saludar a tu vecina o vecino, te dicen “mándame los buenos días por Whatsapp”.

Las autoridades quieren que guarde uno distancia, ya nos dijeron cuántos metros y centímetros y cuántos días – la cuarentena terminó por ser noventena o más- pero el aguante no se puede medir.

Ojalá que no tarden los austriacos en inventar una vacuna para esto, y que lo hagan antes de que los chinos inventen un nuevo platillo con un animal exótico.


(*) En NI QUE FUERA POLÍTICA recibimos aportes de colaboradores externos, no nos hacemos responsables por su opinión particular pero promovemos su libertad a expresarla. Más información en https://www.niquefuerapolitica.com/como-mandar-tu-aporte

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